El cáncer de tiroides o cáncer tirodeo, como su nombre lo dice, se origina a partir de las células de la tiroides, una glándula que se encuentra en la parte inferior del cuello, justo por debajo de la manzana de Adán. Se presenta en aproximadamente 9 a 20 personas de cada 100,000, representando cerca del 1% de todos los tumores malignos. Suele ser más frecuente en mujeres mayores de 40 años, sin embargo, cuando se presenta en personas de menor edad suele tener un excelente pronóstico.

La mayoría de los pacientes con cáncer de tiroides no presentan ningún síntoma y el único dato que suele ser evidente es la presencia de un “abultamiento” o nódulo en la parte inferior del cuello. Sin embargo, otros síntomas que se presentan con menor frecuencia pueden comprender cambios en la voz, ronquera, dificultad para la deglución o pasar alimentos, dolor en la garganta y la aparición de ganglios o nódulos linfáticos en el cuello.

Existen diferentes tipos de cánceres de tiroides, siendo el cáncer (carcinoma) papilar de tiroides el más frecuente (70-80%), seguido del cáncer folicular (20-25%), el cáncer medular (5-10%), el cáncer anaplásico (5-10%) y otros tipos que suelen presentarse infrecuentemente.

El cáncer papilar de tiroides suele presentarse en personas de entre 30 y 50 años, siendo más frecuente en mujeres, teniendo un pronóstico excelente en la mayoría de los casos cuando se trata oportunamente. Por otra parte el cáncer folicuar suele presentarse en pacientes mayores de 50 años, mientras que el cáncer anaplásico se presenta en pacientes de edad avanzada. El cáncer medular a diferencia de los demás suele estar asociado a enfermedades genéticas en un gran porcentaje.

Algunos de los factores de riesgo conocidos para el cáncer de tiroides son la exposición a radiación, el antecedente familiar de cáncer de tiroides y algunas enfermedades genéticas (cáncer medular familiar, neoplasias endócrinas múltiples, Síndrome de Cowden, polipósis adenomatosa familiar), siendo poco frecuentes estas últimas.

El diagnóstico y abordaje inicial comprende la realización de un ultrasonido de cuello por parte de un médico radiologo, así como la toma de una biopsia. Esta última, consiste únicamente en la punción con una aguja delgada del nódulo sospechoso, por lo que suele ser menos molesta que en otras enfermedades.

El único tratamiento que existe en la actualidad consiste en cirugía (Tiroidectomía), sin embargo, algunos casos selectos de tumores milimétricos pueden vigilarse. Posterior a la cirugía y dependiendo diversos factores, como son el tipo de cáncer, invasión a otras estructuras o tejidos y la presencia de ganglios linfáticos afectados, algunos pacientes requerirán tratamiento (adyuvante) con Yodo radioactivo.

Los cirujanos endocrinos son los médicos expertos en el manejo del cáncer de tiroides, ya que cuentan con un entrenamiento avanzado para así garantizar el mejor manejo posible y disminuir el riesgo de complicaciones asociadas a una cirugía.

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Dr. Guillermo Ponce de León Ballesteros

Cirujano general, cirujano endócrino y cirujano bariatra.